7.10.08

La mirada


Contemplo su imagen y su rostro, perfilado y profundo. Con la diestra me bendice. A todos nos bendice.


En su mirada mezcla la curiosidad infantil, que aún conserva, y la sabiduría inmensa que pesa en sus años de docto profesor, sapientísimo maestro de teología y de moral.

Pero ahora es mucho más que eso. Es el padre, el pastor y el maestro. En los surcos de su cara envejecida se encuentra la gravedad del cargo que ostenta con mano firme y bondadosa. Dulce, decidido, austero, recio. Hijo de Baviera, Obispo de Roma.


De la católica y melódica Baviera. Amante del genio de Mozart y de los gatos callejeros. Tímido y elegante como ellos. La música de los siglos brota de su frente y de sus sienes. Arrugado, pero no marchito. Con tanto dentro que ni aún con tres siglos bastaría. Su cerebro portentoso nos ilustra cada día. Pontífice que enlaza este mundo con el otro. Príncipe y servidor, humilde y cercano.

Sí. Es él. Joseph Ratzinger. El sabio. Benedicto XVI. El Papa. Sí. Es él. Es Pedro. Quien nos mira -te mira- y nos -te- bendice.


Y que por muchos años así sea.

Non praevalebunt!

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