24.10.06

La crisis de la televisión (1ª Parte)

Hace más de dos de años publiqué este pequeño articulito en una página web cuyos contenidos, por motivos que no viene al caso recordar aquí, han dejado de actualizarse. Es una breve reflexión sobre el contenido de la famosa serie de televisión 'Los Serrano', que todavía sigue emitiéndose a día de hoy en Telecinco. Como se trata de un texto largo, y no tengo demasiado tiempo en estos días, voy a partirlo en tres. Comprended que lo redacté apresuradamente. Os pido, por ello, cierta indulgencia. Si os parece mal y no os gusta, lo siento; así la lectura se os hace más ligera. Y si os parece bien, mejor que mejor.

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Desde que la televisión se convirtió, a mediados del siglo XX, en un importante factor de homogeneización de las masas populares, variadísimos han sido los formatos en que ésta se ha presentado. Especialmente en España, donde la dictadura franquista obligaba a los productores a agudizar el ingenio por medio de la censura; el humor inteligente, la fina ironía, lo implícitamente sugerido y ¿por qué no decirlo? la candidez e ingenuidad, eran la base de una verdadera televisión 'para todos los públicos'.

Muerto el dictador y disuelto por completo su aparato represivo, los medios de comunicación acuñaron, en la segunda mitad de los años 70, un término que les autodefinía como creadores del Destape.

El cine, la prensa y la televisión se convirtieron así en el escaparate de unos tiempos nuevos que dejaban atrás la mojigatería del nacional–catolicismo, difícilmente capaz de sobrevivir en años de desarrollismo económico y cambios sociales. Todo era posible en aquellos momentos, donde no había barreras de clase. Recordemos en este sentido la famosa fotografía del alcalde de Madrid, don Enrique Tierno Galván, con una alegre señorita que le mostraba en público y sin pudor un seno desnudo.

Pasados los años y garantizada, al menos en apariencia, la normalidad democrática en España, las formas y el fondo de la televisión se fueron suavizando. Ya no era necesario zarandear a la “anestesiada” sociedad española para desprenderla de sus complejos del pasado.

Las cadenas privadas, que abrieron sus emisiones en pleno apogeo socialista, podían ser síntoma de la variedad ideológica y madurez intelectual que se avecinaba.

¡Qué gran e inocente equivocación! Contemplar hoy las distintas opciones que la televisión nos ofrece es una invitación al revolvimiento de estómago y al vómito.

Veamos algunos ejemplos: Gran Hermano (en sus infinitas variantes, VIP, La isla de los famosos, El bus,…) es un insulto a la inteligencia humana. La ética de sus concursantes, tan difusa como inexplicable, se resume en dos palabras: fama y cama.

Que una docena de individuos entren voluntariamente a una casa para rascarse mutuamente los piojos y pelearse por una hembra en celo, no es más que un motivo para la risa fácil o lágrima compasiva. Pero que, en algunos momentos, estos personajillos descerebrados exalten su celebridad con una contundente frase lapidaria como “¡Toda España está pendiente de nosotros!” es, sencillamente, deprimente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En primer lugar debo decir que la primera parte de este "ensayo" ha despertado gratamente mi curiosidad y que seguiré su desarrollo muy de cerca.
Por lo que de momento no puedo dar una opinión completa, sin embargo, a pesar de haber tomado, al menos de momento, solo un tipo de programación no es más que una opinión sesgada de una parte de la televisión...