19.12.06

Un cuento chino


En ribeteadas florituras de caballerosidad trasnochada, el macho se cierne sobre la hembra. Y la hembra, de facciones orientales, poco cómoda, -como es natural- se desliza hacia el carril de huida. Pues el engolado varón, de fanfarronas actitudes, se muestra jovial y hasta machista. Los cuarenta y cinco no los cumple. Pero le da igual. Presume de gran vigor físico y de haber desperdigado hijos naturales por todo el orbe cristiano. Ahí es nada.

La idiota conversación, superficial y forzada hasta el límite, rompe mi cálido sueño sobre el raíl. En mi duermevela, contrariado y avergonzado, pienso que semejantes homínidos no deberían haber descendido nunca de los árboles.

1 comentario:

adolfi dijo...

Esto me recuerda a personajes como el Dinio.Lo ùnico que el Dinio no bajo del arbol,sino que atravesò el oceano y ademàs es màs feo que ese mono aunque los gestos sean los mismos.