6.4.07
Hora Santa
En la noche más oscura de todas, Jesús sufrió. Sintió el dolor de la soledad y la angustia de una muerte próxima y tenebrosa. Horas más tarde -lo sabía- sería despreciado y escupido por el vulgo. Sacrificado como cordero, degollado a la vista de todos, para escarnio de todos, para ser humillado por todos. En esta noche santa, en la hora santa, Jesús vuelve a estar solo. Y vuelve a pedirnos que le hagamos compañía. En el sagrario, donde se aloja por siempre. En silencio, donde habita la verdad y la paz. Jesús, el hijo del carpintero. Jesús, el hijo de María. Jesús, el Nazareno, nacido en Belén. Pero algo más que eso. El Hijo del Padre, el Redentor del mundo. El Cordero de Dios. Estaba allí, en el huerto de Getsemaní, rodeado de olivos. Solo. Sus discípulos predilectos habían quedado dormidos. Fueron tan humanos que cayeron en el tedio y la debilidad del sueño nocturno. Por eso la Iglesia nos invita a permanecer hoy en vigilia de oración y reflexión. Hagamos el intento de permanecer fieles al Señor. Se lo debemos. Amén.
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