29.10.06

La crisis de la televisión (2ª parte)

(...) Sin miedo a ser tachado de retrógrado recalcitrante, ultraconservador antidemocrático, belicista reaccionario, rara avis, faccioso execrable, o cualquiera otra de las muchas lindezas con que ciertos sectores de la Izquierda nos agasajan a los que no somos de su tendencia ideológica, voy a analizar ahora, de forma somera, el último capítulo de una de las series de televisión que más afición ha despertado en los últimos tiempos entre la población juvenil: “Los Serrano”.

Para quien no conozca la estructura argumental de esta producción, puede resumirse así: un tabernero de barrio (Diego Serrano) padre de tres hijos varones, está casado en segundas nupcias con una profesora divorciada y madre de dos hijas. Las tensiones familiares entre el matrimonio, los hermanos y hermanastros, aderezadas con las de secundarios, serán el fundamento de este serial emitido por Telecinco.

De todos los episodios, el pasado fue quizás el más ofensivo de todos los conocidos. La trama se apoyaba en el supuesto milagro que uno de los personajes (Santiago) siente al ver como la imagen procesional de un Crucificado se interpone, accidentalmente, entre él y 500 kilos de ladrillos que se derrumban en ese instante.

Minuto a minuto se va desprendiendo del guión toda la mala baba posible y el anticlericalismo más visceral, propio de otros tiempos, en los que el hecho religioso era considerado incompatible con la modernidad.

Santiago, que además de compartir con su hermano Diego la propiedad del bar, es un solterón zafio, maleducado y sumamente inculto, que se convierte temporalmente tras el “milagro” en un devotísimo católico.

Las constantes burlas de este tipo lanzadas indirectamente contra los creyentes crean, a los que se encuentran viendo el televisor, una enorme y profunda indignación. No tanto por el modo de mofarse de la Iglesia, sino por la visión simplista que de ella se presenta: la profesora de religión, beata, ñoña y solterona, que enseña a sus alumnos un catecismo pultáceo; un cura ataviado con sotana, cuando estas prendas ya escasean en el vestuario clerical,…

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