29.11.06

Animaladas (2ª parte)

Como lo prometido es deuda, aquí os dejo un trozo del libro de Gerald Durrell Animales en general. Publicado por Alianza Editorial en 1994.

---------------------------------------------------------------------------


"...Por ejemplo, la mantis religiosa. Claro que basta con mirarle a la cara para no sorprenderse de nada relativo a su vida privada. La cabeza pequeña, los ojos grandes y saltones que dominan un rostro diminuto y puntiagudo terminado en un bigotillo tembloroso, y los ojos, color pajizo desvaído, con unas pupilas negras de gato que le dan un aire salvaje y maniático.

Bajo el pecho se pliegan dos brazos robustos, dotados de fuertes espolones, en una actitud permanente e hipócrita de oración, dispuestos en todo momento a salir disparados y aplastar a la víctima de un abrazo, como si quedara atrapada en medio de un par de tijeras aserradas.

Otro hábito desagradable de la mantis es la forma en que mira, porque puede volver la cabeza de un lado a otro de la forma más humana y, cuando está intrigada, pone de lado esa carita sin mentón y lo contempla a uno con ojos de salvaje. O, si echamos a andar tras ella, se nos queda mirando por encima del hombro, con un aire desagradable de expectación.

Creo que si una mantis macho no encontrara ni siquiera remotamente atractiva a la hembra, admitiríamos que tiene demasiados motivos para no fiarse de una novia con esa cara. Pero no. He visto cómo uno de ellos, con el corazón henchido de amor, abrazaba apasionado a una hembra y mientras estaban consumando el matrimonio, su esposa se inclinaba tiernamente sobre su propio hombro y se lo comía, degustando con aire de gourmet su cadáver que todavía la abrazaba por la espalda, mientras le temblaban los bigotes y se agitaban a cada pedazo delicado y brillante que saboreaba entusiasmada..."


CONTINUARÁ

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algunos seres humanos se parecen bastante a las amantis en ese y otros aspectos. Pero sobre todo en el del sexo. Se aprovechan de su pareja para echar un polvo, arrancarte la cabeza, devorarte y después si te he visto no me acuerdo.