9.11.06

La rúbrica del amor

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos

Todos sabíamos que, por ley natural, su fin estaba próximo. Cien años recién cumplidos rubricaban una vida de trabajo y amor. En ese cuerpo pequeño se encerraba un espíritu luchador y bondadoso, como pocos he conocido en mi vida, trazumado de un carisma sencillo, de fe y de ternura.

Vivió la soledad en primera persona. Desde siempre. Huérfana antes de llegar a la pubertad. Sin hermanos. Internada en un colegio de monjas, trabajó infatigablemente, casada con un hombre de su tiempo, severo y arisco. Sufrió las penurias de la guerra y la posguerra. Se curtió en la vida cotidiana de unos tiempos difíciles. Dios impidió que su vientre diera frutos, y el amor que había reservado para entregar, a manos llenas, a sus hijos, nos lo repartió a nosotros, sus sobrinos políticos.

Los que la tratamos de cerca no recibimos nunca grandes sumas de dinero, ni lujosos regalos con los que satisfacer las vanidades pasajeras. Ella repartía sonrisas de la mejor manera que podía hacerlo: con humildad y sencillez. Ese era su mejor regalo. Porque no tenía más.

Como una vela consumida ha venido a apagarse. Un ciclo vital, dilatado en cantidad y calidad, ha llegado a su fin. Profundamente religiosa, hasta el último momento ha conservado en la cabecera de su cama una estampa de la Virgen del Carmen. La fe de los humildes siempre abruma y sobrecoge.

Hoy Teresa muere ante nuestros ojos. Desaparece su aspecto terrenal y lloramos su pérdida. Pero también percibimos que su presencia se hace, por ello, precisamente, más fuerte y consoladora. Porque la tía Teresa, sin duda alguna, corazón bueno y santo, empapado de amor, ha vuelto al Amor.

Y ya descansa en paz.



Teresa Morán Ranz nació en Espinosa de Henares (Guadalajara) el 15 de octubre de 1906. Falleció en Alcalá de Henares, habiendo recibido los Santos Sacramentos, y rodeada del cariño de su familia, el 8 de noviembre de 2006. En señal de duelo este blog permanecerá cerrado durante los próximos siete días.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siento la pérdida de tú tía Teresa. Era un ejemplo de trabajo y esfuerzo continuo por comerse la vida...actidudes que hoy en día están en sequía en nuestra sociedad.