16.11.06

Reflexiones sobre Historia

La Historia es, en palabras del sabio griego Heródoto, maestra de la vida. Se trata, por tanto, y no sólo desde esta visión ejemplarizante, de una disciplina fundamental para el conocimiento de nuestra forma de ser y de pensar.

Es más que una mera asignatura diseñada para completar la formación educativa de los estudiantes de bachiller: se trata del árbol genealógico de la Humanidad, nuestra raíz común que nos une a lo largo de tiempos diferentes y espacios bien variados.

Debemos reflexionar ahora sobre lo que es Historia, con mayúscula, si es una Ciencia o no, y sobre cómo en nuestros días intenta ser apartada, en la sociedad de la tecnología, la imagen y la información inmediata.

Desde la Antigüedad más remota se planteó la necesidad de marcar pautas de periodización histórica. Ya fuera desde la visión cíclica pagana, con Posidonio y Nicolás de Damasco, o desde la concepción teológica judeo-cristiana de Eusebio de Cesarea e Isidoro de Sevilla, sobre los ejes de la venida de Jesucristo.

En el siglo XIX fue decisiva la distinción de Hegel, para quien la Historia avanzaba en base a los principios del progreso de las libertades. Y del Marxismo, basado en la sucesión de los medios de producción, desde un Comunismo primitivo al Socialismo moderno, pasando antes por el Esclavismo, el Feudalismo y el Capitalismo.

Sin embargo, estas tendencias historiográficas poseían una carga ideológica demasiado pesada, propia de su tiempo. Pienso que la Historia de hoy debe ser más objetiva. Debe definir los hechos tal y como ocurrieron, estableciendo sus causas y sus consecuencias. Y el historiador, presentando al lector, de la forma más clara y ordenada, los resultados de un trabajo de investigación determinado, se coloque al margen de los acontecimientos descritos.


Pero esto es prácticamente imposible. Ningún ser humano puede sustraerse de su contexto social, cultural, económico, político y religioso. Los historiadores, tampoco. En la actualidad, contemplamos en nuestro país encendidos debates –incluso con descalificaciones personales– entre investigadores de distinta tendencia política, sobre asuntos polémicos, como la guerra de 1936.

El estudio de la Historia puede ser desarrollado con un método científico, esto es: a través de rigurosos estudios centrados en la ordenación de los datos que faciliten las conclusiones generales, empleando métodos auxiliares y sirviéndose de técnicas avanzadas, tales como la paleografía, la estadística, la economía, la sociología, la antropología, la informática, la demografía o la archivística, por citar algunas.

Pero, ¿la Historia es una ciencia como la Medicina o la Astronomía? ¿Responde a leyes empíricas fácilmente demostrables? ¿Y, en definitiva, es el hombre tan previsible como un fenómeno físico? Creo que no. Somos animales racionales, en efecto, pero nuestras reacciones ante situaciones diversas, tienen que ser, por la cultura recibida o las condiciones naturales en que nos encontremos, sensiblemente diferentes.

Como el científico coloca en la probeta de laboratorio una determinada cantidad de líquidos para dar como resultado una determinada sustancia química, ¿puede pensarse que, del mismo modo, las culturas humanas, ante las mismas causas reaccionarán siempre igual? La respuesta, por obvia, me parece carecer de sentido.

A diferencia de la Escuela de Annales, que usando diversas disciplinas del saber humano, dio de lado a la historia académica del conocimiento de los grandes acontecimientos y personalidades del pasado: campañas bélicas, guerras, gobernantes de primer orden,… creemos que la Historia debe considerar estos hechos como 'hijos' de su tiempo, causa de la misma evolución. Y, por tanto, sin despreciarlos, darles estudio en su justa medida.

Para, de este modo, transmitir una Historia total y de fácil comprensión para las futuras generaciones. Que, como nosotros, formarán también parte del torrente caudaloso de la Historia.


Alcalá de Henares, 16 de noviembre de 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como se nota el curso del CAP, eh??

Buena reflexión, te pondrán buena nota.

Ha merecido la pena que no vinieras el otro día a tomar algo con nosotros, jeje..